Sé que muchos se acercan a mi tienda de abalorios con recelo. La misma palabreja “filosofía” produce prevención y mosqueo. Es sinónimo de droga, de ocultamiento, de deserción del mundo. Esto es solamente más o menos cierto.
La filosofía se caracteriza por el hecho de preguntar no por objetos o ámbitos particulares o parciales, sino por la totalidad de lo que es. Incluso cuando interviene en algún problema científico o en la “cosa pública”, o se ocupa en algún asunto concreto, su enfoque está siempre determinado por el punto de vista de la totalidad.
El ser humano, tanto como individuo como en cuanto miembro de la especie, tiene “presente” –patente y latente- ante sí la totalidad de su vida, de la posible experiencia y el afán de aprehender la realidad en cuanto tal. Con la ayuda de la filosofía en ser humano busca lograr, en cada una de esas direcciones, la perspectiva mas amplia para su conocimiento de universo, es decir, de todo cuanto hay.
Las ciencias particulares aíslan y particularizan los problemas y misterios; en cambio la filosofía siempre se ha empeñado por romper los moldajes de aislamiento –imprescindibles para el trabajo científico- y reflexionar sobre los problemas desde una visión panorámica y total.
La pregunta por la totalidad no es, visto desde su “origen” menos racional que aquella que se pregunta por objetos o ámbitos individuales. No surge del capricho, no se fundamenta en la voluntad ni en el sentimiento, sino en el esfuerzo por el conocimiento. Aquella pregunta por la totalidad tampoco crece de las capacidades cognitivas sensoriales del hombre, sino de aquella fuerza cognoscitiva “superior” que en distintas épocas filosóficas acuerdan en llamar “ratio” o “intellectus”.
Pero la filosofía no es algo menos racional visto solamente desde el origen, sino también desde el punto de vista del “procedimiento”. Una mirada a la historia de la filosofía nos muestra que los métodos de lo que se sirve para la clarificación y resolución de los problemas son principalmente críticos y argumentativos, vale decir, métodos racionales.
La filosofía nunca ha tenido una vocación de servidumbre; pero en este afán de dilucidar problemas se ha activado algo que podríamos denominar el servicio de la filosofía a la sociedad. Se les está dando “nuevos usos” a la filosofía y han aparecido los “consultores filosóficos” (véase Más Platón y menos Prozac); los que están compitiendo con “ciencias particulares” que son hijas putativas de la filosofía, como la psiquiatría y la psicología. Los particulares y propios problemas de la psique, la ética de la biología, las dudas espirituales, los estremecimientos místicos y religiosos; la invasiva irrupción de la cibernética, la informática ha obligado a los “nuevos ingenieros” a aventurarse en los terrenos “esotéricos y totales” de este conocimiento intramuros que tanta excitación, crispamiento e histerismo les provoca a algunos…y con razón. Las preguntas constantes no respondidas por la totalidad, por el universo, ante las cuales el ser humano actual parece estar más confundido aún que en épocas pretéritas.
Pertenece a las tareas más urgentes de la filosofía de la actualidad en incorporar en el conjunto de sus reflexiones a aquel saber que crece del proceso vital de individuo. En el se articula una visión de la totalidad de la vida humana., de fundamental importancia para la temática originaria de la filosofía.
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