¿Porqué, el hombre, hace metafísica?…por necesidad. . El ser germina como una necesidad que el hombre siente frente a las cosas. El hombre no es más ni menos que… vida. Y vivir es encontrarse como náufrago, a la deriva, en el océano de las cosas. Y no nos queda más remedio que aferrarse a ellas. Pero nuestra relación con las cosas es constitutiva inseguridad ya que son fluidas, vacilantes, fortuitas, accidentales, aleatorias.
Hay una necesidad psicológica de poseer una idea completa del mundo, la filosofía es una actividad "constitutivamente necesaria al intelecto" (afirma Ortega). De lo cual podemos inferir que para el hombre –filósofo o no- el filosofar es inherente al vivir o más precisamente el filosofar es función vital y trascendente de la vida, en la medida en que el intelecto, el pensamiento, parejamente lo es.
Esa necesidad intelectual previamente constatada por cada cual –en mayor o menor grado- es lo que impele a la búsqueda para que aquiete esa inquietud de nuestra inteligencia. Sin esa inquietud preliminar no cabe el aquietamiento. Paralelamente decimos que hemos encontrado la llave cuando hemos hallado un preciso objeto que nos sirve para abrir un armario cuya apertura nos es necesaria. La precisa búsqueda se calma en el preciso hallazgo: éste es función de aquélla. Ortega en sus Lecciones de Filosofía, afirma:
“Para quien no la necesita, para quien no la busca, la Metafísica es una serie de palabras o, si se quiere, de ideas que, aunque se crea haberlas entendido una a una carecen, en definitiva, de sentido; esto es, que para entender verdaderamente algo, y sobre todo la Metafísica , no hace falta tener eso que se llama talento ni poseer grandes sabidurías previas; lo que, en cambio, hace falta es una condición elemental, pero fundamental: lo que hace falta es necesitarla.”
Al cabo asumiremos que una verdad en rigor no existe propiamente sino para quien la necesita, que una ciencia no es tal ciencia sino para quien la busca afanosamente, en fin, que la Metafísica no es Metafísica sino para quien la necesita.
Pero hay necesidades primarias y secundarias y sus innumerables variaciones. Y es Ortega quien explica magistralmente sobre estas menesterosidades. “Hay una expresión de San Francisco de Asís donde ambas formas de necesidad aparecen sutilmente contrapuestas. San Francisco solía decir: «Yo necesito poco y ese poco lo necesito muy poco.» En la primera parte de la frase San Francisco alude a las necesidades exteriores o mediatas, en la segunda a las íntimas, auténticas e inmediatas. San Francisco necesitaba, como todo viviente comer para vivir, pero en él esta necesidad exterior era muy escasa, esto es, materialmente necesitaba comer poco para vivir. Pero, además, su actitud íntima era que no sentía gran necesidad de vivir, que sentía muy poco apego efectivo a la vida y, en consecuencia, sentía muy poca necesidad íntima de la externa necesidad de comer.”
Digamos que la Metafísica es algo que el hombre hace por necesidad íntima y vital, o por lo menos, algunos hombres; si todos aunque no se den cuenta, Pero esta definición no nos basta, porque el hombre hace innumerables cosas y recorre casos y no sólo Metafísica; más aún, el hombre es un perpetuo, ineludible, incansable puro hacer. Hace su casa, hace política, hace tecnología, hace poesía, hace ciencia, hace paciencia; y cuando pareciera que no hace nada es que espera algo, y esperar algo sin saber qué; nuestra experiencia nos lo confirma, es también un terrible y angustioso hacer: es hacer tiempo, es lapidar tiempo…es convertir el tiempo en nada.