viernes, 27 de julio de 2012
la nada nadea
Los nihilistas que gustan de “nulificar” y nadificar todo y el todo siempre nos anonadan con sus laberínticos conceptuales. Heidegger ya lo dijo “la nada anonada”; la nada omnipotente –según él- es el ‘elemento’ sobre el cual se tiene y se sostiene todo lo existente, y lo que lleva a descubrir el temple de existencial de la angustia. Nos invitan a un sumergimiento absoluto en una suerte de Nada orbital, envolvente, que nos rodea por todos los flancos. Ahora bien que esto que la Nada existe quiere decir que al hablar de Nada no estamos diciendo lo mismo que cuando, preguntados por la circunstancia o presencia temporal y contingente de algo o de alguien, contestamos: “no está ahí”, “se fue”. Emergemos de la Nada, porque ella “es” precisamente acto y potencia de nuestro existir, pero no surgimiento por creación o por aparición –como aparece en escena un actor-, sino que emerger en este caso significa hacerse inteligible el Mundo y con él a nosotros mismos.
El mundo sería constante e inmenso y perpetuo terremoto en el que tratamos desesperadamente de asentarnos, de encontrar terreno firme en donde instalarnos, valiéndonos de las interrogantes “qué y para qué”. Y en esta disyuntiva desesperante, el hombre tiene dos escapes, una inauténtico, que lo lleva al miedo y que es la existencia banal (Alltag); y la otra auténtica, producida por la angustia (legítima patencia de la nada), y esta sería la existencia genuina (Eigentliche Existenz). Con aquélla caemos en la vida mostrenca y vulgar del hombre masa (das Man); con ésta actitud nos situamos en la actitud del que sabe que todo es vanidad de vanidades, y que, pura y nuda contingencialidad, el hombre ha de desembocar inexorablemente en la aniquilación total: la Muerte, el otro extremo de la Nada. Y es aquí donde, como vemos, Heidegger –coetáneo de Niestszche- se separa de Kierkegaard. Por eso su existencialismo es ateo. El existencialismo de la “transmutación de todos los Valores”, del “Dios ha muerto” de ser finito devorado por la Nada.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)