martes, 12 de junio de 2012

VER NO ES MIRAR

La atención resbala sobre las cosas y los casos sin detenerse en ninguna. Dominar la atención es tarea difícil. Somos muy dispersos. Los numerosos Yoes que nos colonizan tienen su propio órgano atencional.  Nos hemos vueltos expertos en el arte de mirar sin ver. Para lograr ver sin ver ver utilizamos la manipulación de la atención que es como una puerta de entrada de los datos en el procesador central, de modo que cerrando la puerta hacemos que los estímulos externos que recibimos no pasen más allá de cierto nivel de elaboración y queden reducidas a la mínima expresión.

Leibniz dice: "Comme une même ville regardée de différents côtés parait toute autre et est comme multipliée perspectivement, il arrive de même, que par la multitude infinie des substances simples —es decir, de conciencias—, il y a comme autant de différents univers, qui ne sont pourtant que les perspectives d'un seul selon les différents points de vue de chaque monade".

La realidad, precisamente por serlo y hallarse fuera de nuestras mentes individuales, sólo puede llegar a éstas multiplicándose en mil caras o haces.
Dice un breve cuento Zen: un día de viento dos monjes discutían sobre un árbol. 
El primero decía: "Te digo que lo que se mueve es el árbol no el viento". El segundo decía: "Y yo te digo que lo que se mueve es el viento no el árbol" .   Un tercer monje pasó por allí y dijo: "No se mueve el viento y tampoco el árbol. Son vuestras mentes las que se mueven".
Ver.... Mirar.... Aunque un objeto este distante a nosotros, lo vemos igual: un pájaro volando, un velero acercándose al puerto, una casa en lo elevado de una montaña.
 Al ver el objeto no necesitamos  más que el sentido de la visión, prescindimos del tacto, del auditivo, etc. Nuestra visión es distinta a la de una cámara fotográfica, porque se detiene, inspecciona, es decir que es activa, es interactiva; la fotografía toma un registro selectivo, se concentra, registra los detalles del objeto, nuestros ojos ven detalle por detalle.
Ver no es mirar, ni escudriñar, sino captar el significado. La mayoría de nosotros ve sin mirar; la visión resbala sobre las cosas y los casos sin detenerse en ninguna.
Ver y mirar no son actos idénticos. Mirar representa un acto de reflexión, opuesto a la visión distraída; a la industria de la visión, por así decirlo. Es decir: hay cosas que se ven, pero que no se miran. Cuando miramos, percibimos; cuando percibimos, pensamos. Cuando sólo vemos, no miramos. En la mirada, como en la percepción, están en juego complejos procesos físico-químicos, fisiológicos y psicológicos, que trascienden nuestros ojos.
Mirar, es un posicionamiento. ¿Desde dónde miramos? La mirada implica una toma de posición. Podemos observar desde el diván o desde el laboratorio; desde la condición de emisor o receptor; desde un lenguaje o un metalenguaje. No es como sostener que miramos lo que ya conocemos, sino: miramos desde lo que ya conocemos; porque lo que miramos, también nos mira. Situarnos, es indicar desde dónde se habla. 

Nuestra percepción sensorial, en general es limitada. Cuando vemos algo vemos parte de ello. Cuando miramos una naranja desde un particular punto de vista, vemos la “cara que está frente a nosotros. Que pasa con la cara trasera?. En computación grafica se le llama a esto “back face culling”. Al lado visible de la cara se le llama “normal”. Así ocurre en eso que llamamos realidad. De esa porción del mundo que observamos concentradamente y reconcentradamente vemos su “prima face”; el resto permanece oculto. Los árboles no nos dejan ver el bosque. Y si la cara  que no vemos de nuestra naranja está podrida?.
Vemos el aspecto exterior de las cosas. Vemos las superficies. Somos superficiales.
Cuando vemos al prójimo vemos una parte muy limitada de su totalidad. Nuestro ojo -generalmente mal educado- se posa primariamente en “el primer pronto”, lo mas  superfluo, lo mas a la vista, lo mas superficial.
Es curioso que la atención que el hombre presta a la realidad no tenga mucho que ver con su importancia y con su alcance. Sobre las cosas más importantes frecuentemente se resguarda. Se pone la atención en análisis incluso minuciosos sobre aspectos y dimensiones, a última hora, poco importantes, poco interesantes. Si la atención fuera mayor y dirigida de la manera inteligente, creo que la calidad de la vida tendría un incremento que casi ni podemos imaginar...