miércoles, 21 de enero de 2015
domingo, 18 de enero de 2015
las palabras solo dicen
Hay palabras que son equívocas
cuando con ellas denominamos cosas que tienen poco que ver entre sí, esencialmente,
en que nada importante en todas ellas sea equivalente. Así, la voz “león”, usada
para nombrar al ilustre y feroz felino sea a la vez para designar los Papas
romanos y una ciudad española. Alguna contingencia azarosa ha hecho que a una
palabreja se le cuelguen diversas y heterogéneas significaciones, las cuales apuntan
y nominan objetos substancialmente distintos. Los gramáticos - casta que sería sin disputa la más mísera,
afligida, y dejada de la mano de los dioses si yo no acudiese a mitigar las
desdichas de tan sórdida profesión con la ayuda de una dulce locura. No sólo
han caído sobre ellos las cinco furias, es decir, las cinco ásperas calamidades
de que habla el epigrama griego, sino mil, pues siempre se les ve famélicos y
harapientos en sus escuelas, o pensaderos o, mejor dicho aún, obradores, y
rodeados de verdugos en figura de un montón de chicos que les hacen envejecer
antes de tiempo a fuerza de cansancio y que les aturden con sus gritos, amén de
los hedores que exhalan; pero a pesar de esto, gracias a mí, se estiman por los
primeros entre los hombres…al decir de Erasmo en Elogio de la locura- y
lógicos hablan entonces de “polisemia”; el vocablo posee que múltiple
significación.
Hoy día abundan las palabras que por
decir una cosa dicen otra. El vocabulario se ha relativizado. Se habla con una inmanente
caprichosidad de cualquier cosa de cualquier manera. En el vago sentido de los
decires, la pluralidad de términos está plagado de lugares comunes y de vocablos
tergivesados. Cuesta acomodar la capacidad de entendimiento a la realidad
objetiva y se vive rodeado de la inaudita fantasía verbal del prójimo. Un
frondoso renacimiento del yo romántico nos rodea y descubre en toda su vasta
extensión el mundo interno ajeno, el me
ipsum, la íntima conciencia, los secretos interiores, lo subjetivo…vapores
de cerebros circunvalados de espejismos imaginarios. La vida parece una novela
de aventuras. Realidades como Justicia y Verdad; o como esa muralla de
ladrillos que veo a través de mi ventana ya no son tal, sino “interpretaciones”
de este nuevo mundo aparte e ilusorio. Rodeados de aspas giratorias de molinos
quijotescos nos cuesta ver la estricta realidad. La realidad se ha transformado
en un ornamento inesencial y la tragicómica alma personal de la gente con su
lirismo polisémico se ha apoderado de casi todo con su susbtancia voluble y tornadiza.
“La realidad es de tan feroz genio que no tolera el
ideal ni aun cuando es ella misma la idealizada.” Dice Ortega. Es tiempo de enterrar la poesía en honor
a la verosimilitud y al determinismo. La fantasía produce inconexión.
La inconexión es aniquilamiento.
Produce odio que fabrica
inconexión, que aísla y desvincula, atomiza el mundo, y desintegra la
individualidad.
la envidia
“La
verdadera ciencia del escándalo no se aprende sino estudiando la envidia
humana, un estudio fuera de programa, pero que a pesar de todo he hecho y a
fondo, de lo cual me congratulo. La envidia es una admiración que se disimula.
El admirador que siente la imposibilidad de experimentar felicidad cediendo a
su admiración, toma el partido de envidiar. Entonces emplea un lenguaje muy
distinto, en el cual ahora lo que en el fondo admira ya no cuenta, no es más
que insípida estupidez, rareza, extravagancia. La admiración es un feliz
abandono de uno mismo; la envidia una desgraciada reivindicación del yo.”
Soren
Kierkegaard “la enfermedad mortal”
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