jueves, 12 de abril de 2012

La angustia como aspirina frente a la Nada

La vida es futuro, el pasado ya fue (lo que fui ya lo fui) y somos lo que fuimos. Afirma Sartre: "Ser en el mundo no es escaparse del mundo hacia sí mismo, sino escaparse del mundo hacia un allende del mundo que es el mundo futuro". Y ese futuro inescrutable siempre nos provoca –además de colon irritable- angustia, una profunda angustia existencial. No confundir con el miedo…el miedo es un movimiento anímico que tiene que ver con las cosas y los casos relativamente inmediatos. Decía Freud: "Pienso que la angustia se relaciona con el estado subjetivo abstraído de cualquier objeto, mientras que en el miedo la atención está dirigida precisamente hacia un objeto". En cambio, para Sartre, el miedo sería un sentimiento en relación a los otros. La angustia, en cambio, para este filósofo francés sería más un sentimiento que apunta hacia uno mismo. Para Heidegger en la angustia es donde sentimos el mundo en su mundaneidad, es decir, como algo externo.
Afirma Heidegger que hay para el "Dasein" (ser en sí mismo) una contingencia permanente de encontrarse frente a frente con la mismísima nada y descubrirla como epifenómeno. Eso sería la angustia. El modo en que deberíamos enfrentar la nada, la cura de ese no-ser es… la angustia. La posibilidad, a fuerza de peripecias, de seguir existiendo frente a esa nada conminatoria es lo que estaría dado por la angustia. La angustia sería una suerte de “Mejoral” frente a la omnipotencia de la nada que merodea vouyerísticamente el ser finito.

La angustia estaría concebida por la potencia de la libertad, en tanto que tenemos la capacidad de elegir, de hacer algo o no hacer ese algo. Si no fuésemos libres, si existiéramos radicalmente pre-determinados, circunscritos en una suerte de destino; la angustia no existiría, a lo más advertiríamos una cierto conformismo estoico. Sartre dice que hay una conciencia concreta y definida de libertad y esta conciencia es la angustia y en ese sentido, la angustia somos nosotros mismos. Somos angustia.
Mi particular angustia sería la angustia de permanecer en la vida, porque habría de perseverar en la vida en la medida en que hay otro que está confirmando mi propia existencia. Entonces el peligro que tiene esa tentativa es que por un costado la tengo que realizar (la revalidación por el otro) para poder seguir viviendo, pero al hacerlo corro el riesgo de la muerte y eso nos arrastra a la angustia del ser, a la inquietante angustia existencial.
Somos un ser único e indivisible; somos en este breve instante presente, nada más y nada menos. Pero lo que somos en el aquí y ahora es el precipitado existencial de lo que hemos sido y lo que fuimos lo hemos sido en tanto en cuanto que hemos tenido un pro-yecto de ser-siendo y ese pasado existe en la exacta medida en que tuvimos un proyecto en el cual ese pasado era un futuro.

la ciencia del escándalo

“La verdadera ciencia del escándalo no se aprende sino estudiando la envidia humana, un estudio fuera de programa, pero que a pesar de todo he hecho y a fondo, de lo cual me congratulo. La envidia es una admiración que se disimula. El admirador que siente la imposibilidad de experimentar felicidad cediendo a su admiración, toma el partido de envidiar. Entonces emplea un lenguaje muy distinto, en el cual ahora lo que en el fondo admira ya no cuenta, no es más que insípida estupidez, rareza, extravagancia. La admiración es un feliz abandono de uno mismo; la envidia una desgraciada reivindicación del yo.”

Soren Kierkegaard “la enfermedad mortal”

lunes, 9 de abril de 2012

Subjetivismo, Perspectivismo y Tolerancia

Subjetivismo no es lo mismo que subjetividad.
El subjetivismo: término con que designan las teorías filosóficas en que se somete la realidad al pensamiento. Se emplea como antítesis al objetivismo. En el sentido más extremo, el subjetivismo llega al límite de negar la capacidad del yo para conocer todo ente extramental. Los solipsistas sostienen que el yo no puede conocer nada que no sea el yo mismo y sus exclusivas representaciones.
Según lo ha dicho Francisco Bradley en Appearance and Reality, “yo no puedo ir más allá de los límites que marca la experiencia, y la experiencia es mi experiencia. De esto se deduce que nada existe más allá del yo”.

Por el innegable origen filosófico del término, es conveniente comenzar el recorrido de la significación del término por este estadio, dentro del cual el clásico diccionario de filosofía de Abbagnano lo define así:
1) El carácter de todos los fenómenos psíquicos, en cuanto fenómenos de conciencia, o sea tales que el sujeto los refiere a sí mismo y los llama “míos”.
2) Carácter de lo subjetivo en el sentido de ser aparente, ilusorio o deficiente. En este sentido Hegel colocó en la esfera de la S. al debe ser en general, como también a los intereses y las finalidades del individuo. “En cuanto al contenido de los intereses y de las finalidades -decía- está presente solamente en la forma unilateral de lo subjetivo y la unilateralidad es un límite, esta falta se demuestra al mismo tiempo como una inquietud, un dolor, como algo negativo” (Lecciones sobre estética, ed.Glockner, I, p.141). Kierkegaard quiso invertir el punto de vista hegeliano, colocando a la S. por encima de la objetividad: “El error está, en principalmente en que lo universal, en lo que el hegelianismo hace consistir la verdad (y el individuo llega a ser la verdad si está sujeto a él), es una abstracción: el Estado, etc. Hegel no llega a decir qué es la S. en sentido absoluto, y no llega a la verdad, o sea al principio que enuncia: que, en última instancia, el individuo está en realidad por encima de lo universal” (Diario, X² A 426) (p. 1069).
Ferrater Mora traza al concepto más extensamente de la siguiente forma: La definición más general que puede darse de “subjetivismo” es: la acción y efecto de tomar el punto de vista del sujeto. El sujeto puede entenderse como un sujeto individual, como el sujeto humano en general o como el sujeto trascendental en sentido kantiano. En este último caso no puede hablarse de subjetivismo porque, porque el sujeto trascendental es el conjunto de condiciones que hacen posible el conocimiento para cualquier sujeto cognoscente y, en último término, el conjunto de condiciones que hacen posible todo conocimiento, aunque no sea formulado por un sujeto concreto.
En general, cuando se habla de subjetivismo, el sujeto que se tiene en mente es algún sujeto humano individual…un individuo. El punto de vista de tal sujeto es un punto de vista particular y privativo. En principio, este punto de vista puede ser correcto (al cabo, un solo sujeto particular puede acertar y todos los demás pueden errar). Pero se presume que el punto de vista del sujeto particular está restringido sólo por sus particulares condiciones y que éstas condicionan los juicios formulados. Si las condiciones particulares de un sujeto no coinciden con las de otros sujetos, no se desemboca en un punto de vista inter-subjetivo, sin el cual se supone que no se puede alcanzar objetividad.
El subjetivismo es por ello emparejado al relativismo, y principalmente al relativismo individualista. El subjetivismo puede afectar a juicios de valor tanto como a juicios de existencia, pero lo más común es vincular el subjetivismo a juicios de valor.
Suele denunciarse al subjetivismo como manifestación de la arbitrariedad del sujeto o individuo que formula opiniones un tanto etéreas. Juicios formulados en virtud de intereses subjetivos (“personales”, “individuales”) y mediante procesos racionales de estos intereses es estimado como juicios inadmisibles si se quiere alcanzar “la verdad”; así se equipara de continuo el subjetivismo con el relativismo a ultranza. Se dice, a propósito, que una opinión subjetiva es una opinión “parcial”, arbitraria, improcedente, subjetiva.

Ortega y Gasset, dice: "La verdad, lo real, la vida -como queráis llamarlo-, se quiebra en facetas innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo. Si éste ha sabido ser fiel a su punto de vista, si ha resistido a la eterna seducción de cambiar su retina por otra imaginaria, lo que ve será un aspecto real del mundo."
El perspectivismo ortegiano sustenta la multiplicidad de los posibles puntos de vista sobre lo real, una suerte de “subjetivismo objetivo”; pero esta diversidad debe ser unificada desde algún principio directriz. Este principio rector radica, para Ortega, en la afirmación de que esas perspectivas múltiples no son contradictorias y excluyentes unas para otras. Todo lo extremo contrario, esas perspectivas deben ser unificadas, porque en cada una de ellas hay una fracción de verdad; de modo que "la Verdad" estaría constituida por la unión de esas múltiples perspectivas. Ello lleva a entender la verdad como algo que se va alcanzando paulatinamente en la medida en que se van unificando perspectivas.

Según esta tesis, el otro, el absolutamente otro, tiene un propio valor en sí, en cuanto sujeto de personales perspectivas; aunque su perspectiva no coincida en ningún momento con la mía. El otro será más estimable en la medida en que irradie mejor su perspectiva, su personal punto de vista, en la medida en que guarde más fidelidad a su individualidad. El único imperativo que puede conservarse como absoluto es, precisamente, el imperativo de la individualidad, el que nos dictamina ser fieles a nuestros propios puntos de vista. Ser auténticos llama Ortega a esta condición.
Para no caer en el escepticismo ni en el relativismo se impone la solución de la síntesis de las perspectivas. Esta síntesis puede ser resumida en el plano moral, político o religioso con el término "tolerancia". Tolerancia no significa, de modo alguno, la renuncia a los propios enfoques o a la obstinación en que el otro renuncie a las propias y suyas. Al contrario, tolerancia significa la aceptación de que las posiciones del otro tienen el mismo derecho a existir que las mías, porque unas y otras son parciales y complementarias. Así entendida, la tolerancia es un valor positivo que fundamenta una convivencia más armónica al interior de los grupos humanos.