miércoles, 29 de febrero de 2012

La vida de cada cual

Conocerse y hacerse a sí mismo es una cuantía que se va perfilando en el bípedo implume a medida que entra por los recovecos de la vida y va haciendo caminos por los caminos de la inteligencia y se va haciendo más autónomo, menos irresponsable y más maduro. Para llevar con cierta destreza las riendas de la propia existencia, esquivar los obstáculos que surgen a cada paso, saber frenar v acelerar en el momento clave, conducir a velocidad moderada, con firmeza y mesura, sin peligro para los demás ni para sí mismo, por las autopistas de este mundo de hoy, tan intrincado y  obscuro; la delicada maquinita de su persona, de maltratado yo; si, esto exige un elevado índice de autocontrol, de autogobierno, al que sólo es posible acceder por dos vías obligatorias: la del conocimiento de nosotros mismos y la del  poderío y control responsable de nuestros actos. No hay que buscar muy lejos, pues la vida está adentro de cada cual; LA VIDA ES CADA CUAL. ¿Qué es, pues, vida? - Pregunta Ortega- No busquen ustedes lejos, no traten de recordar sabidurías aprendidas. Las verdades fundamentales tienen que estar siempre a la mano, porque sólo así son fundamentales. Las que es preciso ir a buscar es que están sólo en un sitio, que son verdades particulares, localizadas, provinciales, de rincón, no básicas. Vida es lo que somos y lo que hacemos: es, pues, de todas las cosas la más próxima a cada cual. Pongamos la mano sobre ella, se dejará apresar como una ave mansa.
El conocimiento de uno mismo es labor constante y de todas las etapas de la vida, ya que nunca acaba, pero nos mantiene alertas y activos, observando hacia nuestro interior en la alentadora autocrítica que permite poner a punto el potencial de nuestras posibilidades para superar las problemáticas vitales y lograr una más grande y certera eficiencia, actuando con deportivo optimismo y reverdecida confianza.
Este conocimiento de nosotros mismos, sin dejar de ser realista y objetivo, ha de permitirnos apuntar la atención en nuestras calidades y cualidades más sobresalientes, aquellas que nos permitan sentar los cimientos de una sólida auto-estima que nos excite e impulse a la acción y a la concreción de nuestros mejores anhelos, de nuestros caros ideales. El conocimiento de nosotros mismos nos permitirá averiguar lo que podemos llegar a ser sin perder el norte y la guía de lo que debemos ser, de nuestros ideales.

lunes, 27 de febrero de 2012

lA oPiNioN dE loS deMás

Un viejo y un joven viajaban con un asno. Al llegar a la aldea caminando junto al animal, los ninos de la escuela rieron al verlos pasar diciendo: Mira esos tontos, tienen un asno robusto y van caminando, por lo menos el viejo podria montarse en el.
Al escuchar a los ninos, los hombres pensaron que deberian de seguir el consejo, pues pronto llegarian a otra poblacion y la gente se volveria a reir de ellos. Asi pues, el viejo se monto en el burro y el joven camino detras.
Entonces encontraron un grupo de gente que los miro y dijo: Mirad! El hombre viejo montado en el burro y el pobre muchacho caminando. Asi que cambiaron puestos, el hombre viejo camino y el joven monto en el burro. Entonces otro grupo de gente se acerco y dijo: Mira que muchacho mas arrogante! Quizas el viejo es su padre o su maestro, y va caminando mientras el joven va montado en el burro. Esto es contrario a toda norma!
Ahora que podian hacer? Ambos decidieron probar la unica posibilidad restante: Sentarse los dos en el burro. Asi que montaron ambos en el.
Entonces otro grupo se acerco y dijo: Mirad que gente tan violenta! El pobre burro esta casi muerto, mejor seria que lo cargaran ellos en sus hombros.
Asi que otra vez lo discutieron y decidieron llevar al burro en hombros, pues de otra manera la gente de la aldea vecina los llamarian tontos. Por lo tanto, cortaron un bambu, colgaron al burro de las patas y lo cargaron. El pobre animal trato de rebelarse -como cualquier burro lo haria- y trato de escapar, pues no era un fanatico de la sociedad, no creia en la opinion de los otros. Pero los dos hombres estaban empeniados y lo forzaron, asi que el burro se doblego.
Precisamente cruzaron el puente para cruzar a la aldea cuando una multitud se reunio en derredor suyo y exclamo: Mirad a esos tontos! Jamas existieron idiotas semejantes, en vez de montar el burro lo llevan a cuestas. Se habran vuelto locos?
El burro mientras tanto se puso inquieto, tan inquieto que salto y se cayo desde el puente al rio, matandose enseguida. Ambos bajaron al rio y junto al animal muerto el hombre viejo hablo al muchacho, pues esta no es una historia ordinaria, el viejo era un maestro Sufi, un iluminado, y el joven su discipulo ya que los Sufis siempre crean situaciones, pues dicen que al menos que la situacion se presente uno no puede aprender de verdad. Asi que esta fue una situacion creada para el muchacho.
Ahora el viejo dijo: "Mira, asi como el burro, tu estaras muerto si escuchas demasiado la opinion de los demas. no te preocupes de los demas, pues ellos son muchos y tienen su propia mente, por lo que diran siempre cosas diferentes. Si continuas escuchando a otros y no escuchas tu propio centro intimo, seras llevado de un lado para otro. Escucha tu voz interior, sientela y muevete de acuerdo a ella".

El rey de occidente

Demonio
-Licencia de entrar demando. ..
Providencia
-¿Quién es?
Demonio
-El rey de Occidente.
Providencia
-Ya se quién eres, maldito.
-Entra.    (Entra ahora).
Demonio
-¡Oh tribunal bendito,
Providencia eternamente!                                                                            
-¿Dónde envías a Colón para renovar mis daños?
-¿No sabes que ha muchos años que tengo allí posesión?

Lope de Vega

domingo, 26 de febrero de 2012

Grand Solo Gilianni

Pensar propio y ajeno

El pensar por sí no se logra desde el vacío. Únicamente lo que pensamos por nosotros mismos puede sernos en realidad manifestado. Por supuesto que lo históricamente pensado, el contacto con la tradición cronológica de antiguos pensamientos despierta en nosotros visiones de paisajes de verdad ya visitados. Este estudio de lo anterior nos predispone a cierta confianza con las ideas. Pero es el propio filosofar, al final, el que se encarama por las perimetrías de figuras históricas. El hilo conductor de los tres requisitos kantianos nos ayudará a vislumbrar el camino: pensar por sí mismo; pensar en lugar de cualquier otro; pensar de acuerdo consigo mismo. Estos requisitos representan tareas gigantescas y nos abre senderos infinitos. La filosofía, dijo alguien, es un constante ir de camino…camino que algunos han transitado…hasta ciertos cuadrantes. La historia nos ayuda a andar estos tramos sin perdernos. Si no tuviésemos esa confianza en los hitos del pasado no nos daríamos el trabajo de leer y estudiar a Platón o a Ortega y Gasset. Confiamos en la dirección indicada y empezamos a tener por verdadero algunas ideas ya pensadas. No necesitamos hacer reflexiones críticas en todo momento, no empezamos por no tener por verdadero, ni paralizando el andar a cada momento en que se nos atraviesa una duda –como un animalejo inesperado-. Obedecemos. Esto quiere decir además el respeto que no se permiten  críticas baratas, sino solo una, la que parte del propio trabajo, la que se acerca paso a paso al asunto y logra alzarse hasta su digno nivel. Es gran placer intelectual cuando logramos tomar algo como verdadero alguna idea ajena que ha sido, analizada y depurada, y que logra convertirse en convicción propia en el solamente pensar por sí.
Sabemos que ningún filósofo, ni siquiera el que consideramos el mejor está en posesión de la verdad absoluta. Solo se arriba a ciertas verdades cuando en el pensar por sí se hace en esfuerzo auténtico y laborioso de pensar en lugar de cualquier otro. Cuando se intenta seriamente pensar lo que ha pensado otro, se amplifican las eventualidades de la propia verdad, incluso cuando se intenta confirmar el pensamiento ajeno. Entonces solo se llega a conocer este cuando se tiene la valentía y perseverancia de sumergirse totalmente en el. Entonces, quien filosofa no se vuelve solo hacia el filósofo de sus preferencias, aquel al que estudia reconcentradamente, sino también a la historia universal de la filosofía, para tener referencias cronológicas de lo que pasó y se pensó.
Esto puede causar dispersión e inconexión. Allí nos protege el tercer requisito kantiano: pensar de acuerdo consigo mismo; en todo momento y a la defensiva, nos pone en guardia contra la tentación constante de entregarse ante lo pintoresco y pirotécnico, ante la propensión a lo novedoso y al deleite de la admiración por demasiado tiempo.
Aunque la idea de unidad de la historia de la filosofía fracasa constantemente esta no debe ser un portón cerrado, sino una posibilidad siempre abierta. Todo entra en lógica conexión cuando se recoge el yo singular del que entiende. Allí es cuando hay que verificar nuestro propio pensar y entrar en el acuerdo con nosotros mismos reduciendo a la unidad lo diversificado, lo opuesto a su enfronte.
La exposición de la historia de la filosofía es necesaria para el propio co-filosofar.