miércoles, 2 de diciembre de 2015
Filosofía anónima
“Bien mirado, la
filosofía no es tan despreciable: ocultarse tras verdades más o menos
objetivas, divulgar pesadumbres que en apariencia no nos afectan, cultivar
desasosiegos sin rostro, esconder bajo el fasto del verbo voces de desamparo.
¿La filosofía? Grito anónimo...” Dice Ciorán en su fascículo “Desgarradura” (recomiendo su
lectura, siempre que no sea flácido de estómago). De alguna manera la frasecita
se Ciorán tiene razón. La filosofía es un mirar de lejos…Ortega se llama a sí mismo
“Espectador”… Este celebérrimo vocablo goza de
afamado linaje. Lo encontró Platón sobre las arenas vírgenes de las playas del
conocimiento griego. En su República concede una misión especial a los que el
denomina “amigos del mirar”…desde lejos, sin involucrarse. Son los
especulativos, y en primer plano, ellos los filósofos, los teorizadores –que
quiere decir los contemplativos. Los filósofos observan como fluye la vida
desde su punto de vista individual buscando objetividades, buscando la conexión
de las cosas entre sí.
Desde el desierto del norte chileno, donde nos hemos
asentado –psiquis y yo-, vemos distancias siderales con claridad privilegiada.
Mi Pucón natal arrullado por el lago Villarrica descansa lejos, muy lejos de mi
circunstancia actual y factual. Nuestra
vida transcurre aquí y ahora, y este es nuestro “punto de vista” sobre el
universo individual y sobreindividual. Desde aquí observamos, y esta es nuestra
primaria circunstancia mundanal. Desde acá miramos el mundo.
El
escritor, por ejemplo, necesita de un público pasivo, “como el licor de la copa en que se vierte” (feliz tropo ortegiano);
el filósofo, el auténtico, anda lejos de pretender semejante cosa. El filósofo
anda a la caza de los “amigos del mirar” y, eventualmente, lectores meditativos que
pelen el mundo como si fuera una naranja. Se buscan lectores que no quieren ser
convencidos de algo, sino que repiensen por si mismo lo que han leído.
Heidegger
habla de dos pensares: el pensar calculador y la reflexión meditativa. El
pensar utilitario de las calculadoras prima hoy sobre el pensar por el pensar.
La “mera reflexión” como la llama el pensador alemán es demasiado elevada para
el pensamiento común. El pensar meditativo exige a veces un esfuerzo superior…dice.
Exige un largo training. Requiere cuidados aún más delicados que cualquier otro
oficio auténtico.
Aunque el
saber es propiamente saber lo que una cosa es. Su objeto propio es el ser.
Decir, pues, ignorancia es decir que alguien necesita violentamente, quiera o
no, averiguar el ser de las cosas. Esta es precisamente la condición del
hombre. La condición humana no es el conocimiento; la forma primaria de ese
trato nuestro con el contorno no es “contemplativa”; no consiste en que yo me
ponga a pensar en las cosas y sobre ellas. Evidentemente, para poder pensar
sobre las cosas y ocuparme en “contemplarlas”, tuvieron éstas que estar ya
antes en una relación conmigo no “contemplativa”. Pensó
Descartes que vivimos o existimos porque pensamos, y en tanto en cuanto que
pensamos, no advirtiendo que el pensar se presenta desde luego como un esfuerzo
reactivo a que nos obliga nuestra existencia pre-intelectual. La verdad es que
no existo porque pienso, sino al contrario, pienso porque existo, porque la
vida nos plantea brutales problemas que no puedo eludir.
Los
profesores de filosofía son cuento aparte; mencionemos a Shopenhahuer que dice
que su filosofía no ha sido creada en absoluto para vivir de ella: "(...) asalariados empleados de la
cátedra para los fines del Estado, que tienen que vivir de la filosofía (y) que
ya han tomado posesión del mercado." (...) "Aquellos representantes
de la filosofía en la vida burguesa representan en su mayor parte algo así como
los bufones de los reyes." "(Esa) filosofía de cátedra (que) termina
separando a la filosofía como profesión de la filosofía como libre
investigación de la verdad o la filosofía por encargo del Gobierno..." El
mismísimo Kant –prototipo del filósofo- llegó a decir: "si puedo pagar no me hace falta pensar"; un tanto
atrapado por la ascendente burguesía europea y previendo el advenimiento del
conocimiento como mercancía, pero…, sabemos, que el fue un espectador por
excelencia. El mismo Kant escribe mas adelante: "No os
convirtáis en esclavos de los hombres; no remitáis que vuestro derecho sea
pisoteado impunemente. (...) Humillarse y doblegarse ante un hombre parece en
cualquier caso indigno de un hombre. (...)
Quien se convierte en gusano, no puede quejarse después de que le
pisoteen." (KANT, 1993)
La
filosofía “grito anónimo” dice Ciorán en su pedrada. La filosofía nunca es
histriónica, luces, fuegos artificiales. Los filósofos son, contrario a los
escritores que sufren constantemente de verborrea, logorrea, locuacidad mórbida
e incontinencia de la palabra (propensión a hablar mucho y fuera de propósito).
Como señala Plutarco: “queriendo ser
amados, son odiados; queriendo hacer favores, importunan; creyendo ser
admirados, son objeto de burla; sin ganar nada, gastan, ofenden a los amigos,
aprovechan a los enemigos, se arruinan a sí mismos. De tal suerte, este es el
primer remedio y medicina de su pasión: la reflexión sobre las vergüenzas y
dolores que vienen de ella.”
La filosofía es
atemporal y sin compromisos. Aunque en todos los tiempos se ha querido
politizar y hacer de ella un esbirro de gobiernos contingentes. Platón bosqueja
la figura del auténtico filósofo como alguien que ha de alejarse, poco a poco, del ágora, de la plaza
pública, de la polis. Y Plotino llega a decir que los asuntos políticos
—la distinción entre hombres libres y esclavos, entre reyes y súbditos o
incluso el asalto a las ciudades o las guerras— no merecen la atención del
filósofo (menos aún del sabio): harta materia tiene éste con asuntos que nada
tienen que ver con la patria terrestre. ¿No había dicho ya Anaxágoras, cuando
le preguntaron por sus ideas políticas, señalando al cielo astral: “esa es mi
patria”? Y no sólo los neoplatónicos: también los filósofos epicúreos y los
cínicos renegaron de cualquier interés relacionado con los saberes políticos,
como pueda serlo el interés por las técnicas militares: “¿Hasta cuando se debe
filosofar?”, le preguntaron a Crates el cínico, que respondió: “Hasta tanto que
los generales de ejército parezcan conductores de asnos”.
Etiquetas:
Alma,
antropología,
autenticidad,
circunstancia,
diálogo,
emociones,
filosofía,
historia,
inseguridad,
pensamiento,
pensar,
psicología,
teoría del conocimiento,
vida
jueves, 20 de agosto de 2015
No quiero sanación
Muy
a menudo, franquea el ser anímico etapas de gran porosidad y apertura y, en
otros, de extremo hermetismo callado y petrificado. Una pre-ocupación difícil o
aguda suele originar un excesivo ensimismamiento, una densa concentración en
nuestra intimidad. Se vuelve el alma, por así decirlo, de espaldas a la gran
apertura mundanal y solo atiende con máxima atención y tensión a la pena
contingente o conflicto cercano que ocupa entonces el epicentro anímico. Nada de
afuera le llega adentro, nada externo se hace interno: va el alma sorda y ciega
y muda. El sentimiento de alegría, por el contrario, que vuelve hacia fuera el
alma, la desconcentra y exterioriza y la convierte en una amplio tramado de
abiertos poros, en una suerte de pabellón auricular, lanzado a recoger los pormenores
movimientos acústicos.
Y
como todo ser débil alimenta sus preocupaciones por sus debilidades –así el
enfermo-, sucede que los hombres débiles suelen ser criaturas poco sensibles,
poco afectivas y extrañamente impenetrables y herméticas.
Entonces,
cuando en el alma llega a ser hábito o progresión constitutiva el hermetismo
hacia fuera, tenemos un carácter “insensible”; cuando se padece hermetismo
hacia dentro, el hombre tiene el alma “seca”, enjuta, sin desagües. Y aunque no es lo corriente, se puede ser muy
sensible para recibir impresiones del mundo y a la par que muy seco y huraño en
las propias reacciones sentimentales. Así sucede que el hombre muy inteligente
suele ser al mismo tiempo, muy fino recepcionista del entorno circundante,
exquisitamente sensible, y sin embargo, de un fondo íntimo sumamente seco e
infecundo. Es muy difícil ser, a la misma vez, sensible y sentimental
Y
este “hallarse hermética” u “obliterada”, abierta o cerrada el alma, puede
decirse en dos sentidos. Nuestra alma puede estar abierta o cerrada hacia
fuera, esto es, a lo que en el abierto mundo hay y le acontece; o bien, abierta
o cerrada hacia adentro; es decir, al interior de los propios sentimientos que
germinan en nuestra intimidad.
Póngase
atención en lo que sucede cuando de súbito percibimos que nos inunda un estado
de tristeza o brota una antipatía hacia otra-cualquiera persona. Doña tristeza
se presenta como un espectro deprimente que va disminuyendo la estabilidad de
nuestra persona; podemos, por un instante, establecer, como en una marea, la
altura a la que llega; hay tristezas periféricas que no llegan al epi-centro de
la persona, y hay tristezas profundas que inundan todo nuestro ser. En las
primeras, el “yo” se siente aún intacto; la tristeza está en torno a él, pero más
o menos lejana, pero no en él. En las tristezas profundas, el “yo” queda
sumergido y, como se dice ahora, asfixiado en angustia.
La
antipatía, ese movimiento anímico contra alguien que de pronto nace en nosotros,
no sale tampoco de nuestro yo. Yo-soy el que piensa, el que decide y quiere,
soy autor de mis pensares y de mis haceres volitivos; pero la antipatía la
encuentro en mí sin que yo la haya llamado ni hecho; surge contra todas mis
reflexiones, contra toda mi voluntad. La persona antipática es, acaso, indulgente
y compasiva conmigo, no tengo nada que decir contra ella, y, sin embargo, ese
impulso de antipatía surge en mí por explosión espontánea, sin mi consentimiento
ni colaboración. El terreno, pues, del volumen
íntimo de donde mana y brota la antipatía –como la tristeza- es distinto del lugar
geométrico psíquico que llamamos “yo”. A veces noto que mi yo llega a
aceptar esa antipatía, a tomarla sobre sí, a responsabilizarse de ella. Quiere
decirse que ese punto del alma donde la antipatía nació ha traído el eje de mi
persona y se ha instalado en él. En cada momento surgen en nosotros esos
impulsos del alma que vemos situados en torno a nuestro núcleo personal y a
distancias distintas.
Lo
propio acontece con los deseos o apetitos que nacen y mueren con nosotros, sin
considerar para nada con nuestro particularísimo yo. Son míos propios, repito; pero no son yo.
Por eso el psicólogo diestro tiene, a mi juicio, que distinguir entre el “yo” y
el “mí”. El infernal dolor de muelas, me duele a mí y, por lo mismo, él no es
yo. Si fuésemos un mero dolor de muelas, no nos dolería: doleríamos más bien a
otro, e ir a casa del dentista equivaldría a un suicidio, pues como dice
Hebbel, “cuando alguien es una pura herida, curarlo es
matarlo”.
Etiquetas:
circunstancia,
conversación,
desamor,
familia,
felicidad,
inmortalidad,
inseguridad,
maldad,
Metafísica,
muerte,
Nihilismo,
pensamiento,
protohistoria,
Subjetivismo
lunes, 10 de agosto de 2015
Ese bizco y ridículo nombre de Filosofía
Antes de llamarse filósofos estos de
denominaban averiguadores, develadores. Esta
situación, esta nueva experiencia viviente del antiguo nuevo pensar griego, que iba a ser el filosofar,
fue preciosamente denominada por Parménides de Elea y algunas colectividades atentas de su tiempo, con el nombre de alétheia. “En efecto, cuando al pensar meditando sobre las ideas
vulgares, tópicas y recibidas respecto a una realidad, encuentra que son falsas
y le aparece tras ellas la realidad misma, le parece como si hubiera quitado de sobre ésta una costra, un velo o cobertura que
la ocultaba, tras de los cuales se presenta en cueros, desnuda y patente la
realidad misma. Lo que su mente ha hecho al pensar no es, pues, sino algo
así como un desnudar, descubrir,
quitar un velo o cubridor, re-velar (=desvelar), descifrar un enigma o
jeroglífico (Meditaciones del Quijote, Ortega y Gasset)”.
Todas las filosofías nos presentan el mundo acostumbrado (el de todos los días) y
usual dividido en dos mundos, un mundo patente y una suerte de trasmundo o supramundo que palpita y se oculta bajo aquél y en poner de manifiesto –averiguar, develar- el cual radica la finalidad de la labor filosófica.
Habría que analizar a fondo la incitación ejemplar primera de la ocupación filosófica, procurando entender lo
mejor posible esta filosofía
primigenia. Aprender así con toda precisión por qué dualiza el mundo y cómo
suscita, manifiesta,
muestra, devela o inventa el mundo latente, el
mundo estrambótico,
ultramundano e inhabitual que es el
característico de la filosofía.
Desde la antigüedad la gente sabe que la
filosofía es sinónimo de averiguación. Los filósofos son averiguadores,
investigadores, indagadores, inquisidores, sondeadores, tanteadores. Todos
estos epítetos causan un escozor psicológico y un sarpullido enojoso allá en
las partes pudendas en donde nunca nos
da el sol. La turbamulta, entonces, comenzó a
atacarlos, a hostigarlos, a malentenderlos, a confundirlos con otros quehaceres equívocos, y ellos tuvieron que abandonar aquel
nombre, tan maravilloso como candoroso – alétheia-, y cambiarlo por otro, de
generación espontánea, tremendamente peor, pero... más ”práctico”…más simbólico e indirecto; es
decir, más estúpido, más ridículo, más villano, más cauteloso: filosofía.
Etiquetas:
Aristóteles,
filosofía,
Metafísica Heidegger filosofía intelecto pensar,
nada,
Ortega y Gasset,
presente,
presocráticos,
realidad
La “filosofía” de Ciorán
Hubo y hay muchos enfebrecidos detractores-murmuradores
y maldicientes de la filosofía.
La pregunta que siempre emerge es: ¿De qué le
ha servido la filosofía al hombre? ¿Ha resuelto algún problema grave de
aquellos por los cuales el género humano ha franqueado? Ciorán, gran
vociferante dice:“Se puede lamentar que
nada sea resuelto en este mundo; nadie, sin embargo, se ha suicidado nunca por
ello; la inquietud filosófica influye poco en la inquietud total de nuestro ser
"[…] “Todo lo que los filósofos
han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales... ¡Ser
filósofo, ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica de
sepulturero! ". Sólo se hace auténtica filosofía en los momentos
personalísimos y únicos.
Afirma Ciorán que la filosofía es parlanchina,
infecunda, estéril, insensata e inútil: “El
ser es mudo el espíritu charlatán… la originalidad de la filosofía está en
inventar términos. El ejercicio filosófico no es fecundo, solo es honorable, se
es impunemente filósofo. El filósofo es el enemigo del desastre, es tan sensato
como la razón y tan prudente como ella. No comenzamos a vivir realmente más que
al final de la filosofía, sobre sus ruinas, cuando hemos comprendido su
terrible nulidad, y que era inútil recurrir a ella, que no iba a sernos de
ninguna ayuda”.
Ciorán dice que encuentra en la filosofía el
verdadero impulsador…, el odio: “La
historia de las ideas es la historia del rencor de los solitarios". No
hay considerable odio que, entre los energúmenos filósofos que protegen sus
artilugios pirotécnicos conceptualoides con mayor o igual celotipia que los
animales cuidan a sus cachorros, y construyen casetas de vigilancia desde las
cuales otean compulsivamente el castillo de naipes de la verdad “absoluta”. Digamos,
primero que no hay nada más improductivo que un conciliábulo de filósofos (En
esto coincidimos con Ciorán).¿Qué es un congreso de filosofía?: Exposición
exhibicionista de ataques virulentos y represiones defensivos de acalorado
fanatismo conceptual donde sólo existe “mi” verdad que creo y quiero imponer
como verdad universal y absoluta. Ejemplo: un filósofo que presenta una
ponencia en un congreso de filosofía es, por un lado, una víctima presta al
sacrificio por sus colegas; y por otro, un atrabiliario gladiador que desde su atalaya
estará dispuesto a despellejarse y mostrar las vísceras de la mismísima Verdad,
a dejar que corra su sangre sobre la arena,
a costa de que esa verdad, sea mayoritariamente reconocida y “tragada”
por los demás conciliábulos. Se dice que hay nadie más intolerante que la
especie filosofante a causa de su endógena inclinación a juzgar, a etiquetar y,
asignarse una posición sobresaliente con los saberes. Cioran ha señalado que la
filosofía es un precipitado de individuos y pueblos biológicamente
superficiales. Sontag reflexionando sobre Cioran nos dice: “La filosofía no es más que una ilusión intelectual pasada de moda,
uno de los componentes del provincialismo de espíritu de la infancia del hombre
".
La filosofía es un divertimento inútil, un
universo inverosímil medianamente bien articulado, es una retahíla encadenada
de conceptos sobre conceptos que se repiten insistentemente bajo el pretexto de
que son los problemas esenciales a dicha disciplina y por ende al hombre.
El siguiente texto de Ciorán condensa lo que
hemos dicho acerca de la inutilidad del ejercicio filosófico, y uno de los que
mas brilla por su agudeza:”Frente a la
música, la mística y la poesía, la actividad filosófica proviene de una savia
disminuida y de una profundidad sospechosa, que no guardan prestigios más que
para los tímidos y los tibios. La filosofía -inquietud impersonal, refugio
junto a ideas anémicas- es el recurso de los que esquivan la exuberancia
corruptora de la vida. Poco más o menos todos los filósofos han acabado bien:
es el argumento supremo contra la filosofía. El fin del mismo Sócrates no tiene
nada de trágico: es un mal entendido, el fin de un pedagogo, y si Nietzsche se
hundió fue como poeta y visionario: expió sus éxtasis y no sus razonamientos...
qué pocos de los sufrimientos de la humanidad han pasado a su filosofía... Se
es siempre impunemente filósofo: un oficio sin destino que llena de
pensamientos voluminosos las horas neutras y vacantes... ¿Y acaso esos
pensamientos se han materializado en una sola página equivalente a una
exclamación de Job, a un terror de Macbeth o a una cantata? El universo no se
discute; se expresa. Y la filosofía no lo expresa. El filósofo "enemigo
del desastre, es tan sensato como la razón y tan prudente como ella". No
comenzamos a vivir realmente más que al final de la filosofía, sobre sus
ruinas, cuando hemos comprendido su terrible nulidad, y que era inútil recurrir
a ella, que no iba a sernos de ninguna ayuda". Qué ventaja hay en saber que
la naturaleza del ser consiste en "voluntad de vivir" en la
"idea", o en la fantasía de Dios o de la Química. Simple
proliferación de palabras, sutiles desplazamientos de sentidos. ... Sólo
estamos seguros en nuestro universo verbal, manejable a placer, e ineficaz. El
ser mismo no es más que una pretensión de la Nada. El ser es mudo y el
espíritu charlatán. Eso se llama conocer. La originalidad de los filósofos se
reduce a inventar términos. Estamos abismados en un universo pleonástico en el
que las interrogaciones y las réplicas se equivalen".
domingo, 12 de julio de 2015
“EL CASO DE LOS CEREBROS EN UNA CUBETA"
He aquí una posibilidad de ciencia-ficción discutida por los filósofos: imaginemos que un ser humano (el lector puede imaginar que es él quien sufre el percance) ha sido sometido a una operación por un diabólico científico. El cerebro de tal persona (su cerebro, querido lector) ha sido extraído del cuerpo y colocado en una cubeta de nutrientes que lo mantienen vivo. Las terminaciones nerviosas han sido conectadas a una computadora súper científica que provoca en esa persona la ilusión de que todo es perfectamente normal. Parece haber gente, objetos, cielo, etc.; pero en realidad todo lo que la persona (usted) está experimentando es resultado de impulsos electrónicos que se desplazan desde la computadora hasta las terminaciones nerviosas. La computadora es tan ingeniosa que si la persona intenta alzar su mano, el «feedback» que procede de la computadora le provocará que «vea» y «sienta» que su mano está alzándose. Por otra parte, mediante una simple modificación del programa, el diabólico científico puede provocar que la víctima «experimente» (o alucine) cualquier situación o entorno que él desee. También puede borrar la memoria de funcionamiento del cerebro, de modo que la víctima crea que siempre ha estado en ese entorno. La víctima puede creer incluso que está sentado, leyendo estas mismas palabras acerca de la suposición, divertida aunque bastante absurda, de que hay un diabólico científico que extrae cerebros de los cuerpos y los coloca en una cubeta de nutrientes que los mantiene vivos. Las terminaciones nerviosas se suponen conectadas a una computadora súper científica que provoca en la persona la ilusión de …
Cuando se menciona esta especie de posibilidad en una clase de Teoría del Conocimiento, el propósito no es otro que suscitar de un modo moderno el clásico problema del escepticismo con respecto al mundo externo. (¿Cómo podría usted saber que no se halla en esa situación?) Pero esta situación es también un útil recurso para suscitar cuestiones en torno a la relación mente-mundo.
En lugar de imaginar un solo cerebro en una cubeta, podemos imaginar que los seres humanos (quizá todos los seres sintientes) son cerebros en una cubeta (o sistemas nerviosos en una cubeta, en el caso de algunos seres que sólo poseen un sistema nervioso mínimo, pero que ya cuentan como sintientes). Por supuesto, el diabólico científico tendría que estar fuera — ¿o querría estarlo? Quizá no exista ningún diabólico científico, quizá (aunque esto es absurdo) el mundo consista en una maquinaria automática que está al cuidado de una cubeta repleta de cerebros y sistemas nerviosos.
Supongamos esta vez que la maquinaria automática está programada para ofrecernos a todos una alucinación colectiva, en lugar de unas cuantas alucinaciones separadas y sin relación. De forma que cuando me parece estar hablando con usted, a usted le parece estar oyendo mis palabras. Mis palabras no llegan realmente a sus oídos, por supuesto —porque usted no tiene oídos (reales), ni yo tengo boca o lengua reales. Pero cuando emito mis palabras, lo que ocurre en realidad es que los impulsos aferentes se desplazan desde mi cerebro hasta el ordenador, el cual a su vez provoca que yo «oiga» mi propia voz profiriendo esas palabras y «sienta» el movimiento de mi lengua, y que usted «oiga» mis palabras, y me «vea» hablando, etc. En este caso, nos comunicamos realmente, hasta cierto punto. Yo no estoy equivocado con respecto a su existencia real (sólo lo estoy con respecto a la existencia de su cuerpo y del «mundo externo», aparte de los cerebros). En cierta medida, tampoco importa que «el mundo entero» sea una alucinación colectiva; después de todo, cuando me dirijo a usted, usted oye realmente mis palabras, si bien el mecanismo no es el que suponemos. (Si fuéramos dos amantes haciendo el amor y no dos personas manteniendo una conversación, la insinuación de que únicamente somos dos cerebros en una cubeta podría ser molesta, desde luego.)
Deseo formular ahora una pregunta que parecerá obvia y bastante estúpida (al menos a algunos, incluyendo a algunos filósofos sumamente sofisticados), pero que tal vez nos sumerja con cierta rapidez en auténticas profundidades filosóficas. Supongamos que toda esta historia fuera realmente verdadera. Si fuéramos cerebros en una cubeta, ¿podríamos decir o pensar que lo somos?.”
Hilary Putnam, “Razón, verdad e historia”, (2006), Editorial Tecnos, página 19-20.
Etiquetas:
comprensión,
epistemología,
meditaciones,
Metafísica Heidegger filosofía intelecto pensar,
psicología,
reflexiòn,
sí mismo,
vida
lunes, 15 de junio de 2015
SOBRE EL ORIGEN DEL DESACUERDO
Todo muestra de modo suficiente que cada uno juzga de las cosas según la disposición de su cerebro o, más bien, toma por realidades las afecciones de su imaginación. Por eso no es para asombrarse (notémoslo de pasada) que hayan surgido entre los hombres tantas controversias como conocemos, y de ellas, por último, el escepticismo. Pues, aunque los cuerpos humanos concuerdan en muchas cosas, difieren, con todo, en tantas otras [cosas] *, y por eso lo que aalguien le parece bueno a otro le parece malo; lo que [se le presenta como] ordenado a uno, a otro[le parece] confuso; lo [que] es agradable para uno lo [es] desagradable para otro; y así sucedecon [todas] las demás cosas… -todos tienen suficiente experiencia de esto… Hay tantas opiniones como cabezas; [y] cada uno abunda en su opinión; [en efecto] no hay menos desacuerdo entre[los] cerebros que entre paladares. Aquellas [opiniones] muestran suficientemente que los hombres juzgan las cosas según la disposición de su cabeza, y que, más bien, las imaginan que las entienden. En efecto, si las entendiesen –y de esto testigo es la Matemática– las cosas serían [al menos, y en razón de ello] igualmente convincentes para todos, puesto que [de hecho] no [resultan para todos] del mismo modo atractivas (...).-´
ÉTICA; DEMOSTRADA SEGÚN EL ORDEN GEOMÉTRICO.
Apéndice, Parte I, DE DEO. Fragmento.
Benedictus De Spinoza
Etiquetas:
duda,
emociones,
ética,
felicidad,
filosofía,
inseguridad,
Intelectual,
Metafísica Heidegger filosofía intelecto pensar,
Spinoza,
Verdad
viernes, 17 de abril de 2015
Empoderamiento
“Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera.”
« Movimientos típicos de hombres-masa, dirigidos, como todos los que lo son, por hombres mediocres, extemporáneos y sin larga memoria, sin “conciencia histórica”, se comportan desde un principio como si hubiesen pasado ya, como si acaeciendo en esta hora perteneciesen a la fauna de antaño.»
« Nada acusa con mayor claridad la fisonomía del presente como el hecho de que vayan siendo tan pocos los países donde existe la oposición. En casi todos una masa homogénea pesa sobre el poder público y aplasta, aniquila todo grupo opositor. La masa […] no desea la convivencia con lo que no es ella. Odia a muerte lo que no es ella. »
Ortega y Gasset
domingo, 1 de marzo de 2015
la música trascendente
En consecuencia, la música, que va más allá de las ideas, también es completamente independiente del mundo de los fenómenos, simplemente lo ignoran, y de cierta manera podría seguir existiendo incluso si no existiera el mundo, lo que no es cierto se puede decir de las otras artes.
Schopenhahuer
domingo, 8 de febrero de 2015
Obediencia
Aristóteles: Metafísica, libro I, 2 (Trad. Patricio de Azcárate)
jueves, 29 de enero de 2015
volver a vivir de verdad
El hombre demasiado "cultivado" y "socializado", que vive de una cultura ya falsa, necesita absolutamente de... otra cultura, es decir, de una cultura auténtica. Pero ésta no puede iniciarse sino desde el fondo sincerísimo y desnudo del propio yo personal. Tiene, pues, que volver a tomar contacto consigo mismo. Mas su yo culto, la cultura recibida, anquilosada y sin evidencia se lo impide. Esa cosa que parece tan fácil -ser sí mismo- se convierte en un problema terrible. El hombre se ha distanciado y separado de sí merced a la cultura: ésta se interpone entre el verdadero mundo y su verdadera persona. No tiene, pues, más remedio que arremeter contra esa cultura, sacudírsela, desnudarse de ella, para ponerse de nuevo ante el universo en carne viva y volver a vivir de verdad.
(1933)
En torno a Galileo
José Ortega y Gasset
miércoles, 21 de enero de 2015
domingo, 18 de enero de 2015
las palabras solo dicen
Hay palabras que son equívocas
cuando con ellas denominamos cosas que tienen poco que ver entre sí, esencialmente,
en que nada importante en todas ellas sea equivalente. Así, la voz “león”, usada
para nombrar al ilustre y feroz felino sea a la vez para designar los Papas
romanos y una ciudad española. Alguna contingencia azarosa ha hecho que a una
palabreja se le cuelguen diversas y heterogéneas significaciones, las cuales apuntan
y nominan objetos substancialmente distintos. Los gramáticos - casta que sería sin disputa la más mísera,
afligida, y dejada de la mano de los dioses si yo no acudiese a mitigar las
desdichas de tan sórdida profesión con la ayuda de una dulce locura. No sólo
han caído sobre ellos las cinco furias, es decir, las cinco ásperas calamidades
de que habla el epigrama griego, sino mil, pues siempre se les ve famélicos y
harapientos en sus escuelas, o pensaderos o, mejor dicho aún, obradores, y
rodeados de verdugos en figura de un montón de chicos que les hacen envejecer
antes de tiempo a fuerza de cansancio y que les aturden con sus gritos, amén de
los hedores que exhalan; pero a pesar de esto, gracias a mí, se estiman por los
primeros entre los hombres…al decir de Erasmo en Elogio de la locura- y
lógicos hablan entonces de “polisemia”; el vocablo posee que múltiple
significación.
Hoy día abundan las palabras que por
decir una cosa dicen otra. El vocabulario se ha relativizado. Se habla con una inmanente
caprichosidad de cualquier cosa de cualquier manera. En el vago sentido de los
decires, la pluralidad de términos está plagado de lugares comunes y de vocablos
tergivesados. Cuesta acomodar la capacidad de entendimiento a la realidad
objetiva y se vive rodeado de la inaudita fantasía verbal del prójimo. Un
frondoso renacimiento del yo romántico nos rodea y descubre en toda su vasta
extensión el mundo interno ajeno, el me
ipsum, la íntima conciencia, los secretos interiores, lo subjetivo…vapores
de cerebros circunvalados de espejismos imaginarios. La vida parece una novela
de aventuras. Realidades como Justicia y Verdad; o como esa muralla de
ladrillos que veo a través de mi ventana ya no son tal, sino “interpretaciones”
de este nuevo mundo aparte e ilusorio. Rodeados de aspas giratorias de molinos
quijotescos nos cuesta ver la estricta realidad. La realidad se ha transformado
en un ornamento inesencial y la tragicómica alma personal de la gente con su
lirismo polisémico se ha apoderado de casi todo con su susbtancia voluble y tornadiza.
“La realidad es de tan feroz genio que no tolera el
ideal ni aun cuando es ella misma la idealizada.” Dice Ortega. Es tiempo de enterrar la poesía en honor
a la verosimilitud y al determinismo. La fantasía produce inconexión.
La inconexión es aniquilamiento.
Produce odio que fabrica
inconexión, que aísla y desvincula, atomiza el mundo, y desintegra la
individualidad.
la envidia
“La
verdadera ciencia del escándalo no se aprende sino estudiando la envidia
humana, un estudio fuera de programa, pero que a pesar de todo he hecho y a
fondo, de lo cual me congratulo. La envidia es una admiración que se disimula.
El admirador que siente la imposibilidad de experimentar felicidad cediendo a
su admiración, toma el partido de envidiar. Entonces emplea un lenguaje muy
distinto, en el cual ahora lo que en el fondo admira ya no cuenta, no es más
que insípida estupidez, rareza, extravagancia. La admiración es un feliz
abandono de uno mismo; la envidia una desgraciada reivindicación del yo.”
Soren
Kierkegaard “la enfermedad mortal”
viernes, 16 de enero de 2015
¿Cadenas?
¿Usted es de los que disimulan una falta de
contacto emocional en vivo y en directo, pegándose al Facebook horas y horas?
¿Usted busca verdadera felicidad, intimidad y confianza a través de códigos
binarios que circulan por la supercarretera de la información? ¿Sufre usted de
carencias de afecto; falta de mimos y atenciones? ¿Acaso está infectado con el
virus de la insatisfacción, de la discordancia entre lo que quiere y lo que
tiene? ¿Su actual y factual realidad le
parece turbia y pesada, del punto de vista de las emociones?
Sus carencias emocionales lo han convertido –sin
usted darse cuenta (como sucede en casi todas las adicciones).- en un adicto
La sobre-estimulación que se
con-trae a través de Internet, tiende a tras-pasar un umbral témporo-espacial
de resistencia y agotamiento, que se des-precia y des-oye. En vez de parar,
vamos indeliberadamente un poco más allá, arrastrados por la pasión contra la
inquietante ansiedad, que provoca la ausencia de emociones en su fastidioso y
aburrido derrotero vital, re-cubriendo una cosa con otra. De este modo una
emocionante conversación en un chat erótico o en una línea 906 se inter-pone a
la ultra-necesidad de un relajante descanso, a la molestia penosa de un
nerviosismo fatigante y al crecimiento drástico de la cuenta telefónica.
El adicto es consciente de que el
tiempo pasa, la frustración se acrecienta, la fantasía se desvanece, se debería
parar pero la esperanza ciega se impone a todo: ya estamos en la fase
compulsiva. La compulsión nos está engañando no tanto porque nuestra aspiración
actual no se consumase para la alegría de su total humanidad –que, eso sí- sino
el fraude es al resto de sus deseos vitales que se des-precian olvidándose uno
de los “unos” de que se compone. Es decir, se olvida usted de su propia e
intransferible vida. Se olvida de sí mismo.
Internet promete la mismísima
iluminación mística y la todopoderosa fuerza del conocimiento intelectual, de
inagotable complacencia emocional, de libertad escópica en la que podemos
mirarlo todo (ubicuidad, como dicen los expertos en web), de vanguardia
esplendorosa que nos hace estar “a la última moda”, es decir, nos “ranquea”
dentro de los topten.
En la misma medida que promete
posibilidades psico-afectivas, nos justifica, y aparentemente somos razonables
sin saber que la razón supuesta no es más que una parodia tras la cual se
oculta la huida hacia el profundo y siempre desconocido adelante (la vida es
una faena que se hace hacia adelante). La angustia que experimentamos por las
carencias afectuosas separadamente de nosotros mismos –fuera de sí- puede
olvidarse buscando en otra parte, y esa parte puede ser un dolor para dolernos
de otra cosa, pero asimismo un placer que calma otra cosa que la que
necesitaríamos calmar. Y las ingratas concatenaciones
parecen no acabar nunca.
Etiquetas:
angustia,
emociones,
futuro,
meditaciones,
Metafísica Heidegger filosofía intelecto pensar,
pensar,
presente,
psicología,
Subjetivismo,
valores
Bach/Marcello: Adagio BWV 974
Etiquetas:
Adagio,
autarquía,
autoconocimiento,
Bach,
Dios,
Enno Voorhorst.,
epistemología,
meditación,
música,
musicoterapia,
sentimientos
Suscribirse a:
Entradas (Atom)