sábado, 21 de enero de 2012

Necesidad de Soledad

Kierkegaard habla de la necesidad de soledad. Esta dominación de necesidad de soledad es tan fuerte y forzosa como la de respirar o dormir. Cuando nos inunda ese menester es un signo de una naturaleza más profunda. Esta necesidad de soledad –en algunos- prueba siempre la presencia de remolinos espirituales… y sirve para medir su fuerza y alcance. La mayoría vive apegado uno al otro; uniones simbióticas retorcidas y malsanas. Lana con lana marchan a abismo de la desesperación siempre acechante. “Ese pueblo descabellado de hombres que no lo son, ese ganado de inseparables”, siente tan poco ese llamamiento interno al diálogo consigo mismo. Al contrario, como las cotorras, mueren cuando están solas, como el bebé que cuando no se le canturrea llora asustado; siente la necesidad del gorjeo tranquilizador de los rituales sociales del comer, beber, defecar, dormir, rogar en la misa y sentirse enamorados – mancomunión de dos soledades aquejadas-.
Nuestra época no respeta la soledad, es más la ve como una suerte de alienación social. En la antigüedad se respetaba esa necesidad de soledad por lo que expresa…necesidad de espiritualidad. Nuestra época con su perpetua cazurrería social tiembla delante y frente a soledad, que no sabe -¡qué epigrama!, dice Kierkegaard- ir nada más que en contra de los criminales. A los criminales los condenan a la soledad y al aislamiento. Por demás que en estos días entregarse a la vida espiritual y evadirse momentáneamente de la vida mundanal y acercarse a los recintos silenciosos de la soledad; queda automáticamente uno clasificado de criminal.
Cierto cuento Sufi dice " A través de un ventanuco enrejado que había en su celda un preso gustaba de mirar al exterior. Todos los días se asomaba y, cada vez que veía pasar a alguien al otro lado de las rejas, estallaba en sonoras e irrefrenables carcajadas. El guardián estaba realmente sorprendido. Y un día le preguntó :
- Oye, hombre, ¿a qué vienen todas esas risotadas día tras día?
El preso contestó:
- ¿De qué me río? ¡Pero estás ciego! Me río de todos esos que hay ahí. ¿No ves que están presos detrás de estas rejas?"

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