Cuenta la historia que la mujer de Sócrates era una mujer de armas tomar. Que tenía un carácter áspero, puntilloso y quisquilloso y, más encima, la naturaleza no había sido benevolente con ella. Se llamaba Xantipa o Jantipa. Se las ingeniaba, día y noche, para hacer rabietas frente al divino Sócrates. Ocasión que tenía la usaba para fastidiar a su marido. Dicen que una vez Alcibíades –hombre público, discípulo y amigo de Sócrates-, admirado por las violencias impertinentes de la mujer de su maestro, preguntó a Sócrates que porqué no había expulsado de su casa a mujer de tan pésimo carácter. Sócrates le dijo calmadamente: “Soportando estos arrebatos en mi hogar, me ejercito, y me acostumbro para sobrellevar sin trabajo la impaciencias y las injurias de otros fuera de mi casa”. Hay que decir, en honor a la verdad, que Xantipa permaneció fiel a su lado hasta que en la prisión le fue dado beber la cicuta.
En Platón (Fedón, o de la inmortalidad del alma), es Critón el amigo generoso que retira a Jantipa (esposa de Sócrates) cuando con sus gritos perturbaba la serenidad de su esposo en el momento de la muerte:
"(...) y a Jantipa, a quien conoces, sentada cerca de él teniendo en brazos a uno de sus hijos. Apenas nos vio, prorrumpió en lamentos y a gritar, como suelen las mujeres en ocasiones semejantes.(...) Que la lleven a su casa. Inmediatamente entraron los esclavos de Critón y a la fuerza se llevaron a Jantipa que lanzaba desgarradores gritos y se golpeaba furiosamente el rostro".
Antiguamente se pensaba de otro modo. Hurgando en antiguas literaturas nos encontramos con textos de M. Varrón ,”De los deberes del marido”, en los que se lee: “Necesario es corregir los defectos de la esposa o soportarlos; corrigiéndolos, nos proporcionamos compañera mas agradable, soportándolos, nos hacemos nosotros mismos mejores”. Catón, el censor romano, decía en: “Sobre las dotes”. “A menos de divorcio el marido es juez de su mujer en vez de censor. Sobre ella tiene imperio absoluto. Si ha hecho algo deshonesto o vergonzoso, si ha bebido vino, si ha faltado a la fe conyugal, él la condena y la castiga”. Catón nos dice en este mismo párrafo que el “marido podía matar a su mujer sorprendida en adulterio, ella no se atrevería a tocarte con el dedo, así es la ley”.
Sócrates, sin embargo, soportó el carácter iracundo de Xantipa. El filosofar no era para Sócrates solamente pensamiento, sino también ascesis; es decir praxis para lograr virtudes. Entre los trabajos que se imponía con frecuencia para dominar “los llamados oscuros del cuerpo” estaba el permanecer de pié, en la misma actitud durante días sin hacer el menor movimiento, sin mover los párpados, con la cabeza y los ojos fijos en algún punto invisible del espacio, entregada el alma a profundas meditaciones, aislada del cuerpo por la abstracción mística (estas prácticas –de cariz oriental- de los filósofos antiguos se perdieron definitivamente).
La salud de Sócrates era inquebrantable; se dice que al principio de la guerra del Peloponeso, un espantoso contagió invadió Atenas, casi despoblándolo. Sócrates permaneció saludable y vital. El mantenerse alejado de las voluptuosidades y la influencia de una vida sana y pura le preservaron del mal que a la mayoría invadía.
Sócrates fue la filosofía hecha carne y figura; no filosofó con el seco entendimiento, sino con todo su ser; carne, sangre y espíritu. En su ser total sentimos, vivencial y concretamente, lo que es la Verdad y lo que es el Valor. “Su filosofía fue una filosofía existencial”, dice Sheler.
Para Sócrates “el inteligente es sabio; el sabio es bueno”. ¿Hay en Sócrates un germen de utilitarismo?. Puede ser. Cuando el joven Sócrates fue aprendiz oyente del viejo Protágoras sostuvo la teoría del utilitarismo contra la moralidad popular de los llamados “sofistas”. La sofística, según Platón es simple arte retórica y erística (que abusa del procedimiento dialéctico hasta el punto de convertirlo en vana disputa), retruécanos de palabras y fantasmagorías verbales.
Pero el “alma se hace buena” a costa de vencer obstáculos. Así se tonifica y fortalece la bronca voluntad. La intemperancia de Xantipa, contribuyó al cabo, que Sócrates fuese Sócrates; el Divino Sócrates, el dios de los filósofos.
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